sábado, 31 de diciembre de 2022

Estoy mucho mejor, de David Foenkinos

Ya he anotado en este blog varias novelas de Foenkinos, un autor descubierto hace pocos años que me gusta mucho.  Esta novela, sin llegar al excelso nivel de La delicadeza, no defrauda en absoluto. Creo que podemos considerar al escritor francés como un valor seguro, una garantía de gozo lector.
 
En Estoy mucho mejor un arquitecto parisino de mediana edad narra en primera persona, a modo de diario, el acontecer de sus días desde un domingo por la tarde en el que habían invitado a comer al matrimonio de amigos de siempre y le empieza un dolor en la espalda. El narrador protagonista –lo llamaré Él, porque no aparece su nombre en el texto– está casado con Eloise y tienen dos hijos que ya no viven en la casa: Alice se ha mudado a vivir con su novio, bastante mayor que ella (lo que a Él no le hace ninguna gracia y de hecho aún no ha ido a visitarlos); Paul, el menor, se había ido a completar sus estudios universitarios a Nueva York. El matrimonio, al quedarse solos, ha entrado en una fase de desconcierto, de crisis larvada, aunque Él no se da cuenta.

Los dos amigos son Sylvie y Édouard. De la primera, a la que conoció en el último año de instituto, anduvo algo enamoriscado. Pero Sylvie se enamoró de Édouard, un dentista, y pese a las reticencias iniciales, Él pasó a convertirse en un buen amigo. Esta pareja no ha tenido hijos. Luego están los padres de Él, con quien mantiene una relación tensa ya que siente que nunca le han manifestado amor y no hacen otra cosa (especialmente el padre) que echarle en cara sus fracasos. El círculo familiar se cierra con los padres de Eloise, que viven en Bretaña. El padre es un profesor de historia jubilado que trabaja en un libro sobre la Primavera de Praga. Poco después de su jubilación se le había diagnosticado un cáncer que, tras meses de duro tratamiento, parecia haber superado.

Él trabaja en un de los estudios de arquitectura más importantes de Francia, ocupándose de la parte presupuestaria de los proyectos (tal vez no fuera propiamente arquitecto). Con los años y el progresivo endurecimiento de la competitividad laboral, Él se había ido relegando a puestos secundarios. De hecho, ya al principio de la novela se describe la trampa que le tiende un compañero y el comienzo de su caída en degracia que culminará en un inevitable despido.
 
La novela se organiza en capítulos breves, cada uno de ellos seguido de la calificación de la intensidad del dolor (en una escala del 1 al 10) y del estado de ánimo. Es decir, el estado físico y el anímico van poniendo notas a la sucesión de acontecimientos que nos cueta Él a modo de diario personal. Como es normal, las visitas a distintos profesionales (médico, psicológa, fisioterapeuta, osteópata, psíquica ...) para que le diagnostiquen y traten el dolor de espalda son el hilo conductor de la narración. Pero, sobre esta melodía temática, van precipitándose acontecimientos muy relevantes que me abstengo de desvelar pero que ponen patas arriba la vida del protagonista.
 
Así pues, el dolor de espalda es el símbolo y catalizador de un malestar existencial que lleva al protagonista a una crisis profunda que se resuelve satisfactoria y felizmente (sí, la novela acaba bien y el lector, que ha cogido cariño a este personaje sin nombre, se alegra por ello). Libro muy bien escrito y de lectura entretenida. Como todos los de Foenkinos, muy recomendable.
 
  

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