jueves, 29 de diciembre de 2022

Historia virtual de España de Nigel Townson (dir)

Como explica Nigel Townson en la Introducción de este libro, la historia virtual o contrafáctica consiste en especular sobre cómo habría sido el desarrollo de determinados episodios si alguno de los hechos de los mismos se hubiesen producido de forma distinta. Los primeros ensayos en esta línea recibieron el rechazo generalizado de los historiadores, que los consideraron meros ejercicios simplones de fantasía; el si (condicional) no existe en la Historia, aseveró Golo Mann, una de las mayores eminencias del siglo XX. Sin embargo, Townson sostiene que ese desprecio original se justificaba en el poco rigor de aquellos primeros ensayos contrafactuales. Por el contrario, defiende que una propuesta contrafactual nos obliga a pensar en las distintas opciones que existían en el pasado ya que, en esos momentos, el futuro no estaba predeterminado sino abierto. Esta visión ayuda a evitar la narración histórica condicionada desde el conocimiento a posteriori de lo que ocurrió; es decir, como si los hechos se hubieran encadenado de modo inevitable hacia el desenlace. Además, el análisis contrafactual pretende conocer y valorar los distintos factores que había en juego en esos momentos porque determinar por qué ocurrió lo que ocurrió ha de confrontarse con por qué  no ocurrió lo que no ocurrió. 
 
En el libro se presentan nueve ensayos de historia virtual, todos ellos encabezados con la pregunta ¿Qué habría/hubiera pasado/sucedido si hubiera ocurrido tal cosa en tal momento... (la hipótesis contrafactual)? Por cierto, hago notar con disgusto (es una de mis batallas perdidas), el empleo indiferente de del hubiera y el habría, lo que, por más que esté admitido por la Real Academia, me sigue pareciendo mal. Los títulos, tanto del libro como de sus diferentes capítulos, son oraciones condicionales del tercer tipo, llamadas también imposibles o irreales (yo las llamo melancólicas). En ellas, la hipótesis (prótasis) lleva el verbo en pretérito pluscuamperfecto de subjuntivo (si hubiera pasado tal cosa), mientras que la consecuencia (apódosis) se conjugaba en mis tiempos escolares en el condicional compuesto (habría ocurrido tal otra). Sin embargo, lo más habitual desde hace ya tiempo es que la apódosis vaya en el pluscuamperfecto de subjuntivo y así no nos sorprende que incluso un libro escrito por ilustres eruditos se titule ¿Qué hubiera pasado si ...? en vez de ¿Qué habría pasado si ...? como, en mi opinión, habría (no hubiera) sido la forma correcta. Pero, como ya he dicho, esta es una batalla perdida.
 
Pero no es ahora momento para desahogos gramaticales, así que volvamos al libro. Ciertamente, todos los ensayos son trabajos serios, para nada ejercicios de fantasía. En todos se hace una descripción con detalle suficiente de lo que realmente ocurrió, subrayando los factores que estaban en juego y analizando la circustancias y motivos que influyeron en que sucediera lo que sucedió. En todos, cuando se contempla la hipótesis planteada en la pregunta, se hace desde planteamientos muy realistas, de modo que el lector se da cuenta de que perfectamente podría haber acaecido una historia alternativa. Por último, todos los ensayos "predicen" cómo habrían evolucionado los acontecimientos a partir de la hipótesis contrafactual ajustándose a supuestos verosímiles, más o menos equivalentes a los que efectivamente operaron. A este respecto, es curioso comprobar que en la mayoría de los casos, el cambio del suceso real por el alternativo no habría supuesto grandes diferencias en la historia a largo plazo.
 
Los ensayos contenidos en el libro, ordenados cronológicamente, son los nueve que paso a relacionar. El primero, que Prim no hubiera sido asesinado en 1870 (ni nunca), escrito por José Álvarez Junco (autor de Mater Dolorosa, una magnífica obra sobre el proceso de construcción de la idea de España en el XIX). Concluye el autor que la presencia de Prim habría influido mucho en la evolución de la autoridad estatal, pero sin tener claro en qué sentido; en todo caso, afirma que el peor error de Prim fue dejarse matar. El segundo ensayo, firmado por Juan Pan-Montojo, catedrático de historia contemporánea de la UAM, reflexiona sobre lo que habría ocurrido si España hubiese evitado la guerra con Estados Unidos en 1898. Es éste el texto que más me ha interesado, seguramente porque me ha hecho ver de modo muy didáctico los factores que condicionaron al gobierno de Sagasta a entrar en la desastrosa guerra, aún sabiendo de antemano que seríamos derrotados.
 
El tercer ensayo parte de la hipótesis contrafactual de que Alfonso XIII hubiera rechazado el golpe de Primo de Rivera en 1923 y lo escribe Fernando del Rey Reguillo, catedrático de Historia Política y de los Movimientos Sociales en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense de Madrid. Para el autor, si el Rey no hubiese apoyado el golpe (con lo cual éste no se habría producido o no se habría consolidado) habría habido fuertes probabilidades de que la monarquía progresivamente se hubiesedemocratizado o, en su defecto, se hubiera llegado a una república moderada. Si bien esa historia alternativa no es ni mucho menos segura, lo que sí parece bastante firme es que el golpe la impidió o, dicho de otra forma, que la caída de la Monarquía, la radicalización de la Segunda República, la Guerra Civil y el Franquismo encuentran muchas de sus causas en el levantamiento primorriverista.
 
Nigel Townson, hispanista británico que es el director del libro, reflexiona sobre qué habría ocurrido si los partidos republicanos se hubieran presentado unidos en las elecciones de 1933. Esas elecciones, provocadas por la desconfianza de Alcalá Zamora hacia el gobierno de Azaña, dieron como resultado el triunfo de la CEDA y el inicio del que se ha conocido como bienio negro o rectificador (1934-1936). Ahora bien, si los partidos republicanos (tanto el de Azaña como el de Lerroux) hubieran mantenido la coalición electorial con el PSOE, es casi seguro que habrían obtenido mayoría suficiente para evitar el gobierno de la derecha. Para el autor, un bienio bajo mayoría republicana probablemente habría consolidado el régimen y evitado los excesos y polarización con los que se llegó a las elecciones de febrero del 36. Y lo triste es que esa alianza republicano-socialista no era en absoluto imposible, ni tampoco dejaba de comprenderse su conveniencia en aquellos momentos. Pero pudieron más los intereses egoístas de los líderes de los partidos.
 
Santos Juliá, historiador sobradamente conocido y que murió hace poco, se pregunta qué habría pasado si Indalecio Prieto hubiera aceptado la presidencia del Gobierno en mayo de 1936, en el supuesto (porque no está absolutamente demostrado si bien es bastante probable que así fuera) de que Azaña en efecto se la hubiera ofrecido; ante la negativa de Prieto y luego la de Martínez Barrio, Santiago Casares Quiroga pasó a ser presidente de gobierno. Obviamente, esta hipótesis tiene importancia en tanto hay que suponer que el comportamiento de Prieto frente al levantamiento militar habría sido muy distinto al de Casares primero y luego Giral. Santos Juliá afirma que si a los militares facciosos se les hubiera opuesto un Gobierno enérgico y organizado, la guerra nunca se habría iniciado porque el golpe habría sido derrotado. De ser así, estaríamos ante un caso en que la Historia habría prevalecido el peso de lo individual frente a lo colectivo.

El sexto ensayo, a cargo de Javier Tusell (historiador también sobradamente conocido que murió poco después de la publicación de este libro), elucrubra sobre lo que habría sucedido si España hubiera entrado en la Segunda Guerra Mundial. Cuando yo estudiaba el bachillerato, la versión oficial del encuentro de Hitler y Franco en la estación de Hendaya era que el sagaz Caudillo se las había apañado para eludir las presiones del führer y así salvar a España de la entrada en la guerra. Pero en el ámbito de la historia virtual, el interés de esta pregunta radica en saber cómo eso habría afectado al resultado de la guerra. Tusell no profundiza demasiado en esa dirección, dando por sentado que la participación de España al lado del Eje no habría impedido la victoria aliada. Lo que sí hace es comentar brevemente las estrategias de los distintos actores al respecto, qué habría hecho en España y sus efectos sobre el franquismo y finalmente los posibles regímenes que podrían haberse impuesto en nuestro país tras la guerra.

El séptimo capítulo se dedica a un asunto no demasiado divulgado pero sin duda muy relevante en la historia del franquismo: ¿Qué hubiera sucedido si Franco no hubiera aceptado el plan de Estabilización? El autor del ensayo es Pablo Martín-Aceña, catedrático de historia económica de la Universidad de Alcalá. El Plan de Estabilización, elaborado por los economistas Juan Sardá Dexeus y Enrique Fuentes Quintana, supuso la ruptura de la autarquía y, por tanto, el inicio de la modernización económica del país; además, en lo político, marcó el ocaso de los sectores más nacionalistas del régimen (falangistas, sobre todo) y el ascenso de personas más jóvenes y menos ideologizadas (los llamados tecnócratas, muchos de ellos vinculados al Opus Dei). 1959, año de aprobación del Plan  (y de mi nacimiento, por cierto) es la fecha que todas las historias del franquismo marcan como divisoria de los dos grandes periodos del régimen. Se trató pues de una decisión trascendental que, sin embargo, Franco adoptó casi con indiferencia. El autor calcula que, de no haberse aprobado, el PIB español a la muerte de Franco habría sido la mitad del que realmente fue.

Nigel Townson reflexiona en el octavo ensayo sobre qué habría sucedido si ETA no hubiera asesinado a Carreo Blanco en 1973 y, específicamente, si el franquismo podría haber sobrevivido bajo su batuta. Este capítulo también me ha resultado especialmente interesante, sin duda porque recuerdo los acontecimientos pero, al mismo tiempo, cuando los viví desconocía las claves que los explicaban. Trata Townson de la relación entre Franco y Carrero, de los problemas de la sucesión a la Jefatura del Estado y de la institucionalización del régimen (asuntos que tengo la impresión de que a Franco no le importaban demasiado pues su principal objetivo era mantenerse en el poder hasta la muerte, no lo que pasara después), de la transformación de la sociedad española a principios de los setenta, de las corrientes que había en el franquismo (aperturistas e inmovilistas), del escándalo Matesa ... Pero, a la postre, la conclusión de Townson es que ni por su carácter ni por las condiciones generales, Carrero Blanco habría cambiado la casi obligada evolución del régimen hacia una democracia liberal acorde con los estándares europeos.

El noveno y último ensayo, firmado por Charles Powell (historiador hispano británico que en la actualidad es director del Real Instituto Elcano) se plantea qué habría sucedido si Aznar no hubiera apoyado la guerra de Irak en 2003. Hay bastante consenso en que, haciéndolo, puso a España en la mira del terrorismo islámico lo que condujo al brutal atentado de Atocha de 2004, justo antes de las elecciones generales en las que ganó Zapatero, gracias en gran parte a los efectos de ese acto terrorista (y a las mentiras que propaló inicialmente el gobierno). Powell analiza las razones de Aznar para convertirse en un devoto de Bush (frente a las otras alternativas de que disponía en política exterior) así como la gestión que hizo Zapatero del protagonismo internacional que había adquirido España gracias a su posicionamiento. En cambio, lo que no termina de analizar es que habría pasado si España no hubiese apoyado esa guerra criminal (lo que yo habría querido).
 
En fin, un libro entretenido e instructivo porque, al margen de elucubrar verosímil y rigurosamente en el marco de la historia virtual, repasa de forma amena apisodios relevantes de la historia contemporánea de España. Ya puestos a criticar, eché en falta que no se dedicara ningún capítulo a lo que podría haber sucedido de haber triunfado el golpe de estado del 23F (quizá profundizar en ese asunto todavía no esté del todo permitido).

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